Maduro, en sazón como la fruta.
Lo comía porque aún estaba dulce,
porque aún olía suavemente como una playa,
como la marea baja al atardecer.
Porque con cada mordisco su jugo le resbalaba por la barbilla
y se mojaban primero los muslos y luego las sábanas.
Y apretaba los labios para no gritar,
para que no le temblara todo el cuerpo,
la piel de sus piernas...

Comentaris

campanilla ha dit…
yo quiero....
...compartimos?

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