ruido

Y aún sin saber muy bien que le han hecho los zurdos al mundo,
Elena se levantó posando primero el pie izquierdo y luego el derecho.


Siempre pasaba igual, se dijo, hablaban pero no se entendían,
y así se pasaban las mañanas, las tardes y las noches mientras yo los observaba desde la ventana de mi habitación.
A Jaime le fascinaban las sinrazones de Elena.
Después de todo él aplicaba la lógica y ella siempre iba más allá,
¿o era al revés?.

Y así andaban, atrayéndose y rechazándose
como hace falta si no se quiere que todo termine
cuando acabe de entonarse la canción.

Biedma tenía razón,
que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde.

Comentaris

campanilla ha dit…
guau... qué pasada... me encantó :)

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