Equilibrio
La realidad es que hay que hacerlo bien para no caerse. Perder el equilibrio podría resultar peligroso y acabarías acordándote, por ejemplo, de lo bueno que fue 1985 por que un niño con capucha surcó el cielo montado en una bicicleta con una persona venida de otro planeta en la cesta delantera, o de que ya no volverá aquella noche de agosto con lluvia de estrellas de Perseidas en la que la luz lunar era imperceptible porque el cielo se encontraba en su estado de mayor oscuridad.
Podrás seguir viendo estrellas fugaces, pero nunca será como la coche del 24 de agosto.
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