fundación de los lunes

• Pues eso, lo que le contaba, que ando desmotivadillo o algo así.
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• Si ya sabe, tengo 27 años, vivo con mis padres. Duermo poco, tres o cuatro horas, salgo todas las noches después del trabajo. Ya sabe, uno de esos trabajos ni demasiado malo ni demasiado duro, normal, simplemente algo que hacer.
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• Y bueno, que eso da igual, pero joder…creo que ando así por una chica. Le resumo la historia: nos conocimos una de esas noches en que uno tropieza con todo. Estuvimos liados unos seis meses y después del verano todo se acabó, bueno, más bien ella lo dejó.
• Ajam
• Y eso, que se terminó todo. Ahora llevo unos meses que genial, tenemos una relación de amigos. Ya sabe, me cuenta sus cosas, con quien lo ha dejado o a qué tío nuevo se ha tirado la otra noche en el Laberinto
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• Y no se, creo que ese es el problema, que la vida sabe que no puedo pasarme los viernes en casa, por eso se disfraza de chicas agradables que hablan de política y películas francesas, que traen vino y condones de las máquinas del metro y que hacen daño mientras tu te quedas ahí colgado en tierra de nadie.
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• No se si me entiende, es como si los interruptores no me hicieran caso, como si ya no contaran conmigo y las luces se encendieran y se apagaran solas y con todo lo que sueño al acostarme son curvas y pendientes y precipicios y da igual que me desee suerte todas las noches antes de quedarme dormido.
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• Encima, fue la puta vez más triste que me han dejado. Imagínese París, la habitación más cutre de la Rue du Chaptre, al lado del Sacre Coeur, y a Yan Tiersen de fondo. Ya no siento lo mismo, me dijo. Vamos, todo un clásico. Asique ¡que se meta a París por el culo y al Sacre Coeur y a Yan Tiersen también!
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Y no se doctor, creo que por eso me agobian los lunes.